domingo, abril 15, 2018

Sabiduría Codificada


Si esta es la era en la que todos perdemos nuestra privacidad, y nos mostramos, a nivel ideal o a nivel caótico-realista, podemos en principio, influenciar a otros.

Hasta ahora, cantidad reducida de personas (influencers, reyes, mesías, profesores, párrocos, madres sociales...) influían en una cantidad reducida de personas. 

La magia de las redes sociales, con sus limitaciones, sus restricciones, algoritmos y reglas no-verbales ayudan a ampliar nuestra visión o a empobrecer nuestra capacidad de raciocinio, de búsqueda de la “verdad”, entendida como lo que “conecta con nosotros”, con eso que andábamos queriendo definir, ponerle nombre a esos pensamientos que vamos considerando ciertos. 

Las redes sociales y el impulso de compartir - sin verificar fuentes- crea una superficie borrosa, como la pantalla de televisión en un canal codificado. De cuando en cuando, entre las pequeñas líneas grises se vislumbra un trozo de realidad. Proveniente de alguien que intenta trasmitir con sus propias palabras algo que le ha “llegado”/”resonado”, algo que cree importante, casi de vital importancia y que ha de compartir, para intentar que otros “despierten” ante ese hecho o idea.
Tal vez más que nunca, podamos llegar a esa idea de iluminación, a ese momento en el cual la gran mayoría de la población terrestre pueda pensar/sentir y compartir, influenciando a millones de personas, creando una vasta red. 

Sin embargo, conseguirlo está bloqueado o distorsionado por acciones como: 
banalización, narcisismo, clasismo, idealización (mostrar sólo una imagen depurada y artificial de nosotros), mercantilismo (vender nuestra imagen para ciertos propósitos mercantiles por parte de marcas externas o propias), tendencias políticas/religiosas sin racionalizar (dejarse llevar por ideas políticas externas como un dogma, sin cuestionárselas), distorsión de los discursos (popularización de ciertos discursos de políticas o movimientos sociales en detrimento de otros, causando que sólo salga a la palestra lo que más conviene que se escuche, a favor de la opinión contraria a ese movimiento), distorsión de los datos o conclusiones obtenidas por anteriores pensadores (memes con frases importantes distorsionadas o referidas a otra persona que no fue su ejecutor).

En la era de la información global e instantánea, el mayor riesgo que corremos es que la información que ha tardado MILES DE AÑOS en llegar hasta nosotros, se corrompa. 


Mientras las guerras destruyen los soportes físicos del conocimiento (obras de arte, textos sagrados o legales, vidas de personas que tenían un legado oral y manual incuantificable (artesanías, canciones, recetas, labores del campo, medicinas tradicionales basadas en la naturaleza, cuentos, dichos y refranes, acciones éticas), internet - las redes sociales- es capaz de distorsionar y fragmentar la información hasta conseguir que sea extremadamente difícil encontrar la fuente original, o hacer que nadie tenga interés en encontrarlo (si una frase está manipulada puede que no te “resuene” y no te inste a encontrar más información sobre el tema).

Históricamente la palabra era instruida de forma vertical de arriba abajo, de maestros a alumnos. Con acciones como las malas notas o el riesgo de expulsión, y la negación de acceso a la enseñanza a la mitad de la población, las mujeres, se aseguraban la perpetua existencia de su forma de pensamiento por encima de otros, incluso de los individuales. La presión del entorno personal y académico hacía muy difícil el subterfugio. Décadas de control de masas y asesinatos ideológicos por parte de dictadores aseguraron que su línea de pensamiento fuera única, anulando millares de posibilidades de pensamientos novedosos.

En la era de la globalización, en la que los poderes siguen intentando controlar lo que pensamos o decimos (Valtonic), escuchar nuestra voz interior/superior y las de otros es de vital importancia para nosotros y para la humanidad. Recopilar saberes antiguos, de indígenas, de nuestro pueblo, de nuestra ciudad y asegurar su protección es igualmente importante. Ayudar a que las personas y los animales se expresen y sientan su naturaleza, se “realicen”, ayudar a catartizar, a experimentar, es tan de vital importancia que hasta parece banal prestar atención a que alguien que nunca ha pintado lo haga. Ayudar a todos esos inmigrantes o personas en guerra que han perdido la oportunidad de "ser" en sus tierras, con su cultura, a expresarse y a trasladarnos todo su saber, igual que lo haríamos por un extraterrestre del cuál no sabemos nada.


No sabemos nada los unos de los otros. La gran parte de lo que percibimos son espejismos o fantasmas. Podemos jugar al teatro, si eso nos ayuda, pero no olvidemos pelear y luchar contra nuestros demonios y ofrecer toda la sinceridad de nuestro interior a nosotros mismos y al exterior, para que toda la MIERDA que nos rodea signifique algo. Para no dejar pasar la vida en vano.

Hay mucho mal a nuestro alrededor: contaminación, guerra, muerte, sufrimiento, injusticia, crisis, capitalismo… Son esas rayas codificadas que no nos dejan ver la verdad y la belleza.

La justicia de nuestros actos sinceros ayudan a descodificar fragmentos. Tediosa labor, volvamos a recordar que anteriormente sólo una persona influyente influía en unos pocos y actualmente aunque pensemos que somos insignificantes, tenemos la herramienta de difusión masiva a nuestro alcance. Nuestro corazón en las redes sociales.

15-4-2018 Yolanda Villajos Manzanedo/Sweet Rebeldy/ LME

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