Vacío

El mundo está lleno de marcas locas y creativas, avanzadas en diseño. Van y vienen. Abren y cierran. La moda sorprende y pasa. En las portadas plataformas y tacones infernales, y en las tiendas zapatos inllevables de plástico o zapatos de piel super feos y de abuela. Los términos medios también los pagas.

Mucha de la ropa no sirve para nada. Sin función, sin utilidad. No sienta bien. No abriga, no protege. Pero qué monas vamos. Maquillaje que nos tapa, photoshop que nos arregla. Ventanas vacías a un mundo sin retorno.

Fantasías adolescentes que plagan internet con colores y lentejuelas. Y luego no te atreves a salir de casa. Pero mira que mona salgo en instagram.

Y mientras, todos esos recursos gastados en pasarela (agua, tintes, químicos, lana, pieles, algodón, tierras desvastadas y contaminadas, gente enferma, polución por el traslado, anuncios vacíos, packaging, papel, cartón, bolsas de plástico, petróleo, más agua...) y en las tiendas, tanta ropa, productos y comida que no se vende y acaba en la basura. Todo ese proceso para acabar debajo de la tierra. Hinchándose poco a poco. 

Y mientras hablamos de sueños irrealizados, realizables y utopías, toda esta desvastación se repite cien veces cada segundo, en todas las partes del planeta, en todos los campos imaginables.

Y mientras casas se derrumban y coches se oxidan sin uso, la producción se aumenta, al ritmo que se bajan los salarios.

¿Y qué puedo hacer yo?